jueves, septiembre 14, 2006

Krystal Dreams

Creo que guardamos nuestros sueños, nuestras ilusiones, en pequeñas esferas de cristal... trasparentes, puras... esferas realmente bellas, que tienen la capacidad de flotar en el aire... y cuando varias de estas hermosas pompas de cristal con nuestros sueños dentro flotan a nuestro alrededor pueden hacernos flotar a nosotros también, arrebatarnos el piso y dejar nuestros pies libres; elevándonos hasta un mundo de ensueño, donde no llega el dolor, donde la rutina no es sádica... una quimera donde no somos afectados por el resto del mundo, es como si nosotros estuviéramos planeando envueltos en sueños viendo desde allí arriba lo que sucede, como simples espectadores; la magia de estar así es que esa quimera es cercana a la realidad, y prácticamente nada nos puede afectar.

Lo malo, o el problema, radica en que; cuando estamos así, inmersos en nuestras fábulas, nos embriagamos de felicidad y creemos que definitivamente ya nada puede afectarnos; pecamos confiando en que esas pequeñas esferas son invulnerables y serán capaces de resistir hasta que la ilusión que llevan dentro se transforme en realidad; ignoramos por completo su verdadera fragilidad, no nos queremos percatar de que el cristal de esas esferas es muy fino, deleznable, como el de una lamparita... y que ante un golpe pueden estallar, lastimándonos con los pedazos de cristal roto que vuelan con la onda expansiva y dejando que nuestra ilusión se esfume en el aire como el anillo que algunos forman con el humo del cigarrillo.

También está el hecho de que al alimentar una ilusión, la esfera que la alberga debe contener una mayor presión, y crece, tal como un simple globo cuando utilizamos nuestro aliento para inflarlo... y cuanto más grande es ese sueño mayor es la esfera, y mayor es la cantidad de cristales rotos que vuelan por los aires con el estallido, llegando a golpear otras esferas que se encontraban cerca, resquebrajándolas y haciendo que también estallen... y a veces no podemos contener la explosión en cadena, y nos angustiamos viendo como nuestros sueños se pierden entre nubes, viendo como pedazos de cristal se nos clavan lastimándonos, pero no hay sangre, porque no es nuestro cuerpo el que se lastima, es nuestra alma... y cada vez estallan más esferas, y cada vez estamos más lastimados, y llega un momento en que las poquitas esferas que quedan ya no son capaces de mantenernos en esa dulce levitación, y caemos... caemos y nos estrellamos contra el piso... y si alguna esfera había sobrevivido y aún albergaba un sueño, es probable que caiga a nuestra par y quede hecha añicos. Y ahí terminamos, en el suelo, estampados contra la realidad; doloridos por semejante golpe, llenos de heridas producidas por pedazos de cristal y con todos nuestros sueños evaporados.

Hay personas que no quieren volar, que se cuidan de mantener poquitas esferas flotando a su alrededor y no despegar los pies del piso... esas personas no corren el riesgo de caer, no conocen la sensación de vacío que se produce en nuestro interior cuando caemos, la desesperación de ver como empiezan a estallar burbujas y saber que una caída es inminente... pero tampoco conocen la sensación de flotar junto a esos sueños, de dejarlos volar libres y conocer los lugares a los que quieran llevarnos, de abandonar la seguridad del suelo y llegar a donde nadie ha llegado.

Tal vez el secreto para no terminar precipitándote este en encontrar una persona con la cual volar, alguien que te acompañe y disfrute junto a vos esos maravillosos sueños, tal vez a las esferas de cristal no les alcance con el amor de una sola persona para mantenerse íntegras... tal vez el secreto está en cuidar esas ilusiones entre dos... en armar ilusiones juntos y volar jugando entre las nubes; viendo como de a poco algunos de esos sueños se van convirtiendo en realidad, y deleitarnos observando como esa burbuja de cristal se transforma en algo más bello aún mediante una metamorfosis fastuosa.

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