lunes, septiembre 18, 2006

cuando cantan a tu ventana


Esa mañana la despertó su canto... dormía normalmente, como de costumbre; pero su despertar fue distinto, esa mañana un ruiseñor se había posado sobre una ramita que daba a la ventana de su cuarto. Se sintió bien, despertar con el dulce canto de ese pequeño pajarito le trajo tranquilidad, una sensación de bienestar que la hizo sonreír. A la mañana siguiente ocurrió lo mismo, el ruiseñor volvió a posarse sobre la ramita y cantó alegremente... y así a la otra mañana, y a la otra... un día ella decidió dormir con su ventana abierta, para apreciar mejor el canto; y así ocurrió, esa mañana el placer de su despertar fue un poco más intenso, al caer la noche dejó nuevamente su ventana abierta, la abrió de par en par para no volver a cerrarla. Durante un tiempo el ruiseñor siguió posándose en la ramita, pero una mañana se posó en el marco de la ventana y desde allí le cantó... esa mañana ella sintió plena felicidad, escuchando y viendo al ruiseñor, esa hermosa ave que había elegido su ventana, que la había elegido a ella como única anfitriona de su cantar.

Todas las mañanas ella despertaba y era feliz, era feliz escuchando y viendo al ruiseñor, disfrutaba de su compañía; y empezó a sentir que ese hermoso pajarito era suyo, que el ruiseñor le pertenecía; y de a poco el temor la fue invadiendo, tuvo miedo de despertar una mañana y que el ruiseñor no este más, que haya encontrado otra ventana a la cual cantar... no quería perder al ruiseñor, no podía concebir la idea de que fuera otra la persona que disfrutara de su canto, y ese temor se fue apoderando de ella, hasta que un día decidió comprar una jaula... armó una trampa y a la mañana siguiente el ruiseñor quedó encerrado.

Al principio ella fue feliz, seguía despertando cada día con el canto del ruiseñor, y ya no tenía miedo de abrir sus ojos una mañana y encontrarse sola... pero de a poco la magia se fue perdiendo, de a poco el hermoso canto del ruiseñor se fue apagando, la alegría se fue convirtiendo en melancolía; el pequeño pajarito ya no era libre, ya no podía volar, ya no podía elegir esa ventana entre tantas otras; y ella dejó de sentirse especial, dejó de sentirse única, dejó de sentir la satisfacción que le producía la certeza de saber que el ruiseñor la prefería a ella...

A veces hay personas que valoran ese canto por sus sonidos y nada más... yo considero que la magia está en que además de escucharlo sepamos que él o ella nos elige a notros, esa libertad es lo que hace de ese dulce canto algo realmente especial, y a su vez nos hace sentir especiales a nosotros; el hecho de saber que es libre de ir a cantar a otras ventanas, y que día a día elige la nuestra. Tener a alguien que te cante es hermoso, pero saber que ese alguien te canta a vos porque te elige es doblemente hermoso, es la certeza de que te prefiere, es amarlo y sentirse amado.



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