Un cardo creció en un pequeño lote baldío aprovechando la ausencia de un jardinero que cercenara su vida, y ahora al sentir los primeros días primaverales que anticipan la migración del frío invernal, se apresura a florecer esperanzado de que algún enamorado lo elija para simbolizar sus sentimientos.
Rodeado por algunas caléndulas perezosas que por dejadez no cumplieron su ciclo, pequeñas margaritas acomplejadas por su vulgaridad y algunas petunias que aguardan temerosas una posible última helada; estalla en colores violáceos intrépidamente, adelantándose a sus contrincantes vecinas.
Pero ningún amate le escogerá… perezosos ante la ardua tarea de quitar espinas, y temerosos ante la idea de que su amada considere el obsequio ordinario, optarán por petunias, caléndulas y hasta margaritas… ignorando lo maravillosa que puede ser la flor de un cardo.
Rodeado por algunas caléndulas perezosas que por dejadez no cumplieron su ciclo, pequeñas margaritas acomplejadas por su vulgaridad y algunas petunias que aguardan temerosas una posible última helada; estalla en colores violáceos intrépidamente, adelantándose a sus contrincantes vecinas.
Pero ningún amate le escogerá… perezosos ante la ardua tarea de quitar espinas, y temerosos ante la idea de que su amada considere el obsequio ordinario, optarán por petunias, caléndulas y hasta margaritas… ignorando lo maravillosa que puede ser la flor de un cardo.
- Imagen: The thistle por yanzommer