
Un fernet, de él. Un daiquiri, de ella. Un amigo, de ambos. Un cuarteto, de Rodrigo. Una mirada, de deseo. Una sonrisa, de complicidad.
Esa noche, en el alba de la soledad se conocieron; y unas horas más tarde, sus cuerpos se descubrirían mutuamente entre sábanas de flores celestes.
Algunos días después en algún telo, mientras recostados observaban las sombras reflejadas en el espejo del techo luego de entregarse a los caprichos de la piel, ella suspiraría y le preguntaría:
- ¿Cuáles son tus ambiciones?
- ¿mhm?
- Tus ambiciones: ¿Qué esperás? ¿Qué querés?
Él quedó pensativo. Luego de dos minutos en silencio, ella insistió:
- Dale che, ¿qué esperás de la vida? ¿qué necesitás?
- Nada -responde apoyando su mano izquierda sobre la derecha de ella.
- ¿Cómo nada?
- Nada -confirma, volteando su cabeza para observarla, y con la mano derecha acariciarle la mejilla tiernamente.
Ella sintió que allí no había futuro, que él no sabía lo que quería de la vida, que era una persona sin ambiciones con la cual ella nunca podría progresar y ser feliz. La incertidumbre se convirtió en una especie de critter que devoró todas sus ilusiones. Decepcionada, se levantó y comenzó a vestirse. Él sintió que no había comprendido el gesto; la observó a través del espejo… en el fondo sabía que hablar no valía la pena; y dejó que se marchara envuelta en un silencio fúnebre.
Esa fue la última vez que se vieron. Ella buscó un hombre que ambicionara dinero y poder. Él nunca pronunció palabra alguna para expresarle lo que sentía; nunca intentó explicar que a su lado no necesitaba nada… que mientras la tuviera a ella, el mundo se convertía en un simple escenario trivial, una coreografía de fondo gris llena de extras que correteaban atolondrados en busca de la felicidad.
Esa noche, en el alba de la soledad se conocieron; y unas horas más tarde, sus cuerpos se descubrirían mutuamente entre sábanas de flores celestes.
Algunos días después en algún telo, mientras recostados observaban las sombras reflejadas en el espejo del techo luego de entregarse a los caprichos de la piel, ella suspiraría y le preguntaría:
- ¿Cuáles son tus ambiciones?
- ¿mhm?
- Tus ambiciones: ¿Qué esperás? ¿Qué querés?
Él quedó pensativo. Luego de dos minutos en silencio, ella insistió:
- Dale che, ¿qué esperás de la vida? ¿qué necesitás?
- Nada -responde apoyando su mano izquierda sobre la derecha de ella.
- ¿Cómo nada?
- Nada -confirma, volteando su cabeza para observarla, y con la mano derecha acariciarle la mejilla tiernamente.
Ella sintió que allí no había futuro, que él no sabía lo que quería de la vida, que era una persona sin ambiciones con la cual ella nunca podría progresar y ser feliz. La incertidumbre se convirtió en una especie de critter que devoró todas sus ilusiones. Decepcionada, se levantó y comenzó a vestirse. Él sintió que no había comprendido el gesto; la observó a través del espejo… en el fondo sabía que hablar no valía la pena; y dejó que se marchara envuelta en un silencio fúnebre.
Esa fue la última vez que se vieron. Ella buscó un hombre que ambicionara dinero y poder. Él nunca pronunció palabra alguna para expresarle lo que sentía; nunca intentó explicar que a su lado no necesitaba nada… que mientras la tuviera a ella, el mundo se convertía en un simple escenario trivial, una coreografía de fondo gris llena de extras que correteaban atolondrados en busca de la felicidad.
- Imagen: Emotions of the young god por paulinafoe



Bienvenido a VIVA LA RESISTANCE. Si cree que ha venido a un amistoso foro de chateo banal, a conocer gente linda, pasar un buen rato y tal vez encontrar algo de pornografía para tocarse en la oficina está MUY equivocado.
Simple: atentando contra la productividad de sus empleados más bajos; esos esclavos de camisa, corbata y tacos altos que pasan 8, 9 o 10 horas diarias bronceándose a la luz de un monitor cancerígeno. ¿Cuántas veces recibimos retos injustos por incompetencia de colegas o superiores?, ¿cuántos abusos aguantamos para llegar a fin de mes?, ¿cuántas veces juramos en silencio “la próxima vez que hagas ese ruido te saco un globo ocular con la birome”?, ¿cuántas veces soñamos con traer una molotov a la oficina y volar todo por los aires? Bueno, ahora tienes una causa por la que inmolarte, y créeme que nosotros con gusto te facilitaremos un bidón de nafta y un fósforo. Es preferible morir joven e idealista, consumido por las llamas de la libertad, que tener una úlcera a los 30 años, una hipoteca a los 40, un telegrama de despido a los 50 y un cheque de jubilación del estado a los 65. Si eres lo suficientemente fuerte de cuerpo y espíritu para unírtenos en nuestra cruzada lo que te espera adelante no es un camino de flores y canciones, es una ardua lucha que te costará sangre, sudor y demás fluidos corporales.
