viernes, octubre 31, 2008

expressions


Un fernet, de él. Un daiquiri, de ella. Un amigo, de ambos. Un cuarteto, de Rodrigo. Una mirada, de deseo. Una sonrisa, de complicidad.

Esa noche, en el alba de la soledad se conocieron; y unas horas más tarde, sus cuerpos se descubrirían mutuamente entre sábanas de flores celestes.

Algunos días después en algún telo, mientras recostados observaban las sombras reflejadas en el espejo del techo luego de entregarse a los caprichos de la piel, ella suspiraría y le preguntaría:

- ¿Cuáles son tus ambiciones?
- ¿mhm?
- Tus ambiciones: ¿Qué esperás? ¿Qué querés?

Él quedó pensativo. Luego de dos minutos en silencio, ella insistió:

- Dale che, ¿qué esperás de la vida? ¿qué necesitás?
- Nada -responde apoyando su mano izquierda sobre la derecha de ella.
- ¿Cómo nada?
- Nada -confirma, volteando su cabeza para observarla, y con la mano derecha acariciarle la mejilla tiernamente.

Ella sintió que allí no había futuro, que él no sabía lo que quería de la vida, que era una persona sin ambiciones con la cual ella nunca podría progresar y ser feliz. La incertidumbre se convirtió en una especie de critter que devoró todas sus ilusiones. Decepcionada, se levantó y comenzó a vestirse. Él sintió que no había comprendido el gesto; la observó a través del espejo… en el fondo sabía que hablar no valía la pena; y dejó que se marchara envuelta en un silencio fúnebre.

Esa fue la última vez que se vieron. Ella buscó un hombre que ambicionara dinero y poder. Él nunca pronunció palabra alguna para expresarle lo que sentía; nunca intentó explicar que a su lado no necesitaba nada… que mientras la tuviera a ella, el mundo se convertía en un simple escenario trivial, una coreografía de fondo gris llena de extras que correteaban atolondrados en busca de la felicidad.