Los Pueblos de Humlanma y Ruetmis estaban separados por el río Uvdivdel; y aunque en la época de Ilsbre (un joven con corazón sensible que gustaba de escribir poemas) fueron un mismo Imperio; la historia habla de dos imperios separados tanto por el río como por el desprecio mutuo. Según el saber popular del nuevo Imperio; los sabios de los antiguos Imperios contaban una fábula que si bien como historia era la misma, distintas eran las interpretaciones y análisis que hacían sobre ella. Esto llevó a que primero se insultaran unos a otros, casi hasta el punto de enfrentamientos belicosos; pero luego cada uno intentó explicar sus razones y puntos de vista; así comenzaron a debatir sus ideas, llegando luego a pulir sus asperezas en forma diplomática. Con el tiempo, la tirria fue dando lugar a la simpatía, hasta que un día los linajes de los soberanos se entrecruzaron, y ambos Imperios quedaron unificados y regidos por un mismo linaje.
Ahora bien, esa es la historia que trascendió, y que todos en el nuevo Imperio conocen... pero sólo los sabios más viejos conocen, además, cual era la fábula en cuestión. Ilsbre, cierto día en que se sintió inspirado por la grandeza del Imperio y quiso componer un poema en su honor, indagó sobre la historia y se topó con un anciano que conocía aquella fábula. Según éste le contó a Ilsbre; se dice que un día Lumnvis, un joven bardo que había crecido en el Imperio de Humlanma; se encontró con un Ángel en el monte Argbeth. Tal era su belleza, que Lumnvis se inspiró, tomó su guitarra y compuso una bella payada en honor a su beldad; el Ángel, complacido, se mostró en gracia y le habló a Lumnvis sobre su futuro; presagiándole que se enamoraría de una dama de Ruetmis... ambos sentirían un amor pleno y puro por el otro, y empezarían juntos la búsqueda de la felicidad y la prosperidad. Pero esta unión sería mal vista por ambos Imperios, y el odio de todos hacia ellos traería la desdicha y sus vidas quedarían envueltas por velos de angustia.
Mientras Lumnvis escuchaba las palabras del Ángel, su corazón entristecía; y cuando éste terminó de hablar, Lumnvis le preguntó si no podía hacer algo; si con su poder no podría ayudarlo... el Ángel dijo que sólo podía hacer una cosa, llevarlo ahora a tierras lejanas y así evitar que sus caminos se cruzaran; con esto ella nunca lo conocería ni sabría del amor que él le profesaba, se enamoraría de un hombre de Ruetmis, y viviría feliz por el resto de su vida; pero en cambio él vagaría por tierras y pueblos desconocidos, jamás encontraría el amor nuevamente y llevaría el peso de saber que ella se cobija en los brazos de otro. Lumnvis aceptó, y nunca volvieron a verlo.
Ante esta fábula, los sabios de Humlanma avalaban a Lumnvis diciendo que no existe mayor muestra de amor, que el sacrificio hecho teniendo la certeza de que la persona amada jamás lo conocerá, pues es el sacrificio más puro y verdadero del mundo; y que Lumnvis aceptó llevar consigo la carga del destino, eligiendo el peor camino para él, pero el que sería mejor para ella.
Pero los sabios de Ruetmis reprochaban la actitud de Lumnvis, insinuando que sólo un cobarde de Humlanma sería capaz de tomar tal decisión; y objetan que si uno ama a alguien, ha de estar a su lado en las buenas y en las malas... y que si la dama del cuento en verdad alcanza la felicidad, es por simple ignorancia, pues si el Ángel no hubiese guardado silencio otro sería el final... ya que nadie podría ser feliz sabiendo que el amor de su vida vive en la desolación y uno no puede hacer nada por ayudarlo.
Luego de haber contado la historia, el sabio observó a Ilsbre, y le preguntó quienes tenían razón, si los sabios de Humlanma o los sabios de Ruetmis... tras cavilar unos minutos, Ilsbre respondió que no lo sabía; pero lo que sí sabía, era que en realidad Lumnvis se había topado con el Diablo disfrazado de Ángel.
Ahora bien, esa es la historia que trascendió, y que todos en el nuevo Imperio conocen... pero sólo los sabios más viejos conocen, además, cual era la fábula en cuestión. Ilsbre, cierto día en que se sintió inspirado por la grandeza del Imperio y quiso componer un poema en su honor, indagó sobre la historia y se topó con un anciano que conocía aquella fábula. Según éste le contó a Ilsbre; se dice que un día Lumnvis, un joven bardo que había crecido en el Imperio de Humlanma; se encontró con un Ángel en el monte Argbeth. Tal era su belleza, que Lumnvis se inspiró, tomó su guitarra y compuso una bella payada en honor a su beldad; el Ángel, complacido, se mostró en gracia y le habló a Lumnvis sobre su futuro; presagiándole que se enamoraría de una dama de Ruetmis... ambos sentirían un amor pleno y puro por el otro, y empezarían juntos la búsqueda de la felicidad y la prosperidad. Pero esta unión sería mal vista por ambos Imperios, y el odio de todos hacia ellos traería la desdicha y sus vidas quedarían envueltas por velos de angustia.
Mientras Lumnvis escuchaba las palabras del Ángel, su corazón entristecía; y cuando éste terminó de hablar, Lumnvis le preguntó si no podía hacer algo; si con su poder no podría ayudarlo... el Ángel dijo que sólo podía hacer una cosa, llevarlo ahora a tierras lejanas y así evitar que sus caminos se cruzaran; con esto ella nunca lo conocería ni sabría del amor que él le profesaba, se enamoraría de un hombre de Ruetmis, y viviría feliz por el resto de su vida; pero en cambio él vagaría por tierras y pueblos desconocidos, jamás encontraría el amor nuevamente y llevaría el peso de saber que ella se cobija en los brazos de otro. Lumnvis aceptó, y nunca volvieron a verlo.
Ante esta fábula, los sabios de Humlanma avalaban a Lumnvis diciendo que no existe mayor muestra de amor, que el sacrificio hecho teniendo la certeza de que la persona amada jamás lo conocerá, pues es el sacrificio más puro y verdadero del mundo; y que Lumnvis aceptó llevar consigo la carga del destino, eligiendo el peor camino para él, pero el que sería mejor para ella.
Pero los sabios de Ruetmis reprochaban la actitud de Lumnvis, insinuando que sólo un cobarde de Humlanma sería capaz de tomar tal decisión; y objetan que si uno ama a alguien, ha de estar a su lado en las buenas y en las malas... y que si la dama del cuento en verdad alcanza la felicidad, es por simple ignorancia, pues si el Ángel no hubiese guardado silencio otro sería el final... ya que nadie podría ser feliz sabiendo que el amor de su vida vive en la desolación y uno no puede hacer nada por ayudarlo.
Luego de haber contado la historia, el sabio observó a Ilsbre, y le preguntó quienes tenían razón, si los sabios de Humlanma o los sabios de Ruetmis... tras cavilar unos minutos, Ilsbre respondió que no lo sabía; pero lo que sí sabía, era que en realidad Lumnvis se había topado con el Diablo disfrazado de Ángel.
- Imagen: Fern in Ferns por ericbb
No hay comentarios.:
Publicar un comentario