
Pero cuando hay alguien que se adueñó del monoambiente que llevamos en el pecho, cuando hay una personita especial que se niega a salir de nuestro corazón y nuestra mente, una personita por la cual escribiríamos una carta a la Real Academia exigiendo que en la definición de Mundo pongan su Nombre... cuando estamos enamorados de esa persona, y no podemos estar con ella, se produce otro tipo de soledad... una soledad mucho más profunda, un abismo oscuro del cual solamente nos puede sacar una persona: ésa. Y esta es la soledad que más duele, es una soledad que no se llena con cualquiera... incluso podemos estar acompañados, pero si no es la personita que realmente deseamos, nos sentimos solos... tal vez técnicamente no estemos solos, hay alguien que nos acompaña, con quien hablamos e interactuamos... pero no nos llena, nos sentimos solos, sentimos un vacío dentro nuestro, que puede llenar únicamente esa persona especial de la cual estamos enamorados.
Lo que duele o nos hace felices, lo que realmente inunda nuestro interior de angustia o júbilo, no es como estemos momentáneamente o "técnicamente", sino como nos sentimos... podemos estar en una cama junto a alguien, y sentirnos solos... sentirnos vacíos mientras alguien nos acaricia, esos mimos que no atraviesan nuestra piel, esos besos que mueren en nuestros labios y no inundan todo nuestro cuerpo de placer... estamos ahí, con alguien, pero no es la persona que anhelamos con todo nuestro ser; la miramos, pero nuestra mirada es huérfana; y si incurrimos en cursilerías, serán palabras dulces vacías, palabras dulces que no salen de nuestra alma, frases tiernas que nacen huecas y palidecen antes de atravesar nuestra garganta, frases efímeras que necesitan ser oídas por otra persona para evitar desvanecerse en el olvido banal.
Irónicamente, parte de la magia de estar con la persona que amamos, es que no nos vamos a sentir solos... aunque no tengamos con quien hablar, aunque nos encontremos en nuestra habitación solos, no nos sentimos solos, porque esa personita especial está ahí, en algún lado... podemos extrañarla, pero en el fondo sabemos que no estamos solos... el hecho de imaginar que en algún momento del día pensó en nosotros y sonrió, es aliciente suficiente para nuestra felicidad... y tal vez estemos acompañados solamente por nuestros recuerdos y nuestras ilusiones, pero sin duda será una companía cálida. Aunque en ese preciso momento no tengamos a quien tocar, aunque no tengamos con quien acariciarnos, el simple hecho de pensar en una caricia de ella es más que suficiente para que nuestro bello se erice, para que nuestra piel sienta, para que en nuestro interior revoloteen mariposas.
- Imagen: Gordifeliz Event horizonts por josemanchado