domingo, marzo 04, 2007

Just, don’t look


Inesperadamente la vio, ahí estaba ella, con un codo apoyado sobre la barra hablando con una amiga. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, la estaba viendo por primera vez en su vida, ya había visto fotos de ella, pero ahora contemplaba sus gestos, sus movimientos, ahora la estaba viendo viva... se quedó observándola un rato; en un momento su amiga se fue y la dejó sola en la barra, él decidió acercarse. La atacó por detrás, se le acercó al oído y dijo "no voltees, no me veas, yo a vos te vi pero vos no me veas, por favor no me mires, escuchá". Ella intentó voltearse pero su cuerpo no respondió, no pudo girar y verlo por más que quiso, y al instante comprendió el por qué... su cuerpo se había dado cuenta de quien era él antes que ella... su cuerpo lo había reconocido, había reconocido a ese hombre con el cual había charlado tantas veces por msn, ese hombre que la excitaba cuando hablaban por teléfono, ese hombre que llevaba su morbo a las nubes pero del cual todavía no conocía su rostro.

Él continuó hablándole al oído, utilizando el mismo tono de voz que cuando hablaban por teléfono... empezó a describirla, a narrar la belleza de su cuerpo, cuánto más hermosa era en persona... como ahora sentía sus aromas... el de su pelo... el perfume que ella había elegido para su cuello... besó ese cuello... volvió a su oído mientras la mano derecha en un atrevimiento incontrolable invadió por sorpresa su cintura, ella cerró los ojos y sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, un temblor que le subió desde los tobillos hasta la nuca erizándole los pequeños vellos de su cuerpo.

Ella sentía la respiración de él en el cuello, en el oído, escuchando sus palabras y sintiendo su mano, la que ya se encontraba debajo de la remera dibujándole figuras al azar en el vientre... esto hacía que la humedad en su parte íntima aumentara, bajo ese pantalón y esa tanguita la temperatura iba subiendo, cerró los ojos y se entregó por completo. Él estuvo a punto de chupar y morderle el oído, pero recordó que a ella no le gustaba, apretó los dientes y contuvo sus ganas... bajó hacia el cuello, lo besó, y mientras jugaba con sus dedos en el ombligo le acercó la cintura, le apoyó el pene en la cola y la estrujó contra su cuerpo; recorrió con su boca hasta el hombro, besándole cada milímetro de piel... la luz era escasa y apenas podía distinguir sus hermosas pecas, que aparecían por instantes cuado las luces del boliche pasaban sobre ellos.

La amiga de ella volvía y los vio, él abrazándola por detrás apoyando todo su cuerpo y ella con los ojos cerrados y su nuca apenas inclinada hacia atrás, la mano de él que se había colado bajo la remera y la mano de ella que la acariciaba por encima guiándola entre las curvas de su cuerpo. Definitivamente no era un momento para interrumpirlos, decidió dar una vuelta y esperar a que algún flaco la sacara a bailar.

La mano de él había ascendido, acariciaba con la yema de los dedos la base de su seno, hacía mimos en su vientre y volvía a subir hasta su pecho mientras ella acariciaba la muñeca de él y jugaba con los pelitos de su brazo. Ella continuaba con los ojos cerrados, y él se había sumergido en ella, ya no escuchaban la música ni el bullicio... por un minuto él volvió a la realidad, miró el entorno, había varias personas observándolos... "nos están mirando" le dijo al oído, y si bien eso le producía morbo el pudor fue mayor y trasladó su mano desde el seno hasta el ombligo. Ella abrió sus ojos, miró, sin darse vuelta para no verlo a él... le tomó la mano y lo condujo hasta el rincón oscuro del boliche, donde había unos sillones, de un color incierto... aparentemente rojos, pero estaban tan sumidos en las sombras que bien podrían haber sido azules o violetas.

Ella cerró nuevamente sus ojos y tanteando encontró el respaldo del sillón, él le acarició el pelo, bajó hasta las mejillas y acercó su boca... sus labios se rozaron, apenas, él le dio un pequeño beso al labio inferior de ella y luego abrieron sus bocas, sus lenguas se conocieron por primera vez y empezaron a explorarse, al principio controlaban los movimientos de sus lenguas, círculos y roces intencionales, pero poco a poco dejaron que ellas mismas decidieran los siguientes pasos de ese baile lingüístico. Ella poco a poco se fue recostando sobre el sofá, él la seguía de cerca, no permitían que sus bocas se separen, así hasta que quedaron totalmente recostados; él volvió a invadir con su mano bajo la remera, acariciándole el abdomen, jugando en torno a su ombligo, acariciando toda su pancita... y mientras continuaba besándola fue subiendo hasta su pecho, hasta su seno, ese seno que había dejado de tocar ante las miradas entrometidas que los acecharon en aquella barra. Ella con una mano le acariciaba el pelo, recorría su nuca, su cuello, su nuca de nuevo, jugaba con su pelo, lo enrollaba entre los dedos; con su otra mano le acariciaba la espalda, bajaba hasta el inicio de su raya y continuaba tocando su cola sobre el vaquero... volvió a subir la mano hasta su espalda y con la yema del dedo índice dibujó un corazón. Él comenzó a besarle la comisura, el cachete, los labios, bajó a la pera y regresó a los labios, ahora hacia el otro cachete, y no se detuvo, continuó hasta el cuello, ella abrió sus ojos, vio oscuridad, tomó la cabeza de él entre sus manos e intentó guiarla frente a ella para poder verlo, él fue subiendo lentamente, pero cuando se dio cuenta de esos ojos abiertos, retrocedió, y dándole un besito en el cuello fue a su oído y entre palabras dulces se negó. Ella bajó sus manos hasta los hombros de él, acarició esos hombros y ese cuello, y continuó por el brazo hasta su codo mientras escuchaba las palabras de deseo que él decía.

Él empezó a bajar, ella tenía la remera enrollada bajo las axilas, él la saltó y pasó de su cuello a sus senos, empezó a besarlos y buscó el pezón derecho, lo besó y jugó con la lengua, sintiendo como se endurecía entre sus labios. Desde el pezón fue recorriendo todo su seno, armando una espiral de besos... cuando llegó a la periferia pasó al seno izquierdo, esta vez armó la espiral pero acercándose al centro... una vez que llegó al pezón izquierdo comenzó a chuparlo, lo apresaba con sus labio y hacía vacío con su boca mientras con la mano izquierda amasaba la otra teta. Mordió muy suavemente ese pezón, los dientes ejercían la presión justa y luego abrió la boca dejando que la lengua jugara un poco más. Ella, con los ojos cerrados, disfrutaba de su boca y recordaba cuando él le describía por teléfono como chuparía esos senos... sonrió... una sonrisa de felicidad, felicidad producida por el deleite de estar cumpliendo las fantasías que él le había provocado, una sonrisa de satisfacción, la satisfacción de saber que él también era feliz, de saber que él también tenía fantasías y que las estaba cumpliendo. Él comenzó a bajar, abandonó ese pezón y comenzó a pasearse con la lengua y los labios por su panza... cuando llegó a su ombligo se detuvo, lo contempló, apenas visible en la oscuridad... y suspiró... ese ombligo dichoso que todavía no había podido ver, ese ombligo pequeñito tal cual se lo había descrito ella, le dio un pequeño beso, un piquito, y lo contempló de nuevo, bajó las manos hasta su cadera y besó el ombliguito apasionadamente, dejó que su lengua jugara en la pequeña cavidad y paseara por sus alrededores.

Ella jugaba con sus manos, acariciándole el pelo, las orejas, el cuello, el rostro, el pelo de nuevo... y mientras él le besaba la ingle tuvo ganas de su boca nuevamente, tiró y lo guió hasta ella, sus bocas se buscaron y sus lenguas volvieron a unirse, ella pegó su pierna izquierda contra el respaldo y la otra contra la base intentando abrirse lo más posible, sus cuerpos se pegaron, sentía la dureza de su pene sobre ella, sobre su vagina, él hizo fuerza para apretarla más aún y subió unos centímetros, la hebilla de su pantalón quedó sobre la pancita de ella, ese metal frío le produjo un pequeño estremecimiento en la panza, que fue subiendo por su interior hasta llegar a su cuello, donde chocó con el calor producido por la boca de él... ella tomó esa hebilla, la abrió, desabotonó el vaquero y bajó el cierre... empezó a acariciarle el boxer, recorrió el elástico y pasó a su pene, le hizo mimos a la cabeza y al tronco. Sus lenguas se separaron, él bajó hasta esos pechos, los lamió y besó los pezones; levantó su mirada para comprobar que nadie los estuviera observando... nadie... entonces volvió a ella para continuar su camino hasta el ombligo, en donde se detuvo un rato dándole tiempo a sus manos para que desabotonaran el pantalón de ella... una vez desabotonado ella irguió su cintura para que él pudiera bajar el pantalón; así lo hizo, la tanguita de ella se le había metido en la raya, por lo cual sintió completamente la tela del sillón en su cola; abrió sus piernas lo más que pudo, lo máximo que se lo permitían los pantalones escasamente bajados. Él fue bajando su boca por la ingle y empezó a besar la tanguita, y mientras con sus manos le acariciaba los muslos mordió el elástico, lo estiró y lo soltó... con su mano derecha corrió la tanguita, volvió a acariciarle las piernas mientras con su lengua comenzaba a lamerle los labios vaginales, subía y bajaba desde la entrada vaginal hasta el clítoris, así varias veces, luego le mordió el clítoris con los labios, lo estiró, lo soltó, volvió a lamerlo, lo apresó nuevamente con los labios y comenzó a transarselo, bajó a su entrada vaginal y afinándola introdujo la lengua. Ella gozaba, con una mano sobre su frente y con la otra acariciando el pelo de él, se regocijaba con esa lengua, esa lengua que la calentaba, esa lengua que le producía tanto morbo, fue tal la excitación que sintió ahí nomás su primer orgasmo... él no apartó su boca, su lengua se sumergió en ese orgasmo, se empapó en el, sintió todo ese calor, todo ese torrente de satisfacción. Cuando ella recuperó el aliento lo tomó con sus manos y lo guió nuevamente hacia ella, quería sentir los vestigios que habían quedado del orgasmo en su boca, sus lenguas se encontraron, la boca de él estaba cálida y podía sentirse el sabor del placer.

Ella le bajó el boxer, y corriéndose un poquito más la tanguita guió la cabeza del pene hacía su vagina, la depositó en la entrada y él con un suave empujón fue introduciéndose dentro de ella mientras le besaba el cuello... ella le acariciaba la espalda, subía hasta su nuca, acariciaba su pelo, besaba su cuello, él fue acelerando el entrar y salir, fue tomando ritmo, ella acercó la boca a su oído y empezó a regalarle gemidos entremezclados con suspiros... le acarició el rostro, ese rostro que todavía no había visto, el morbo que le producía ser penetrada por alguien a quien todavía no había visto era inmenso. Él la penetró profundo, lo más profundo que pudo y empezó a menearse, su pene disfrutaba estar dentro de ella y el placer fue infinito, volvió a mover su cadera hacia delante y atrás, agarrando nuevamente un ritmo fabuloso, lo sacaba hasta dejar apenas la cabecita dentro y embestía hasta el fondo, una y otra vez. Ella sentía la respiración agitada de él sobre su cuello, sobre el hombro, y la delicia que le producía su pene entrando hasta que sus huevos rebotaran contra ella una y otra vez era sublime; sintió que nuevamente llegaba... respiró hondo y contuvo la respiración hasta que llegó ese orgasmo brutal que le hizo temblar el cuerpo entero, la hizo retorcerse, se le entumecieron los dedos y los pezones le estallaban, la vagina palpitaba y ahogaba al pene en un mar de fogosidad provocado por el morbo y la lujuria. Él al escuchar esos gemidos descontrolados introdujo su pene hasta el fondo y nuevamente meneó su cadera, deleitándose con el placer que le había provocado a ella, regocijándose con ese orgasmo, con esos suspiros y gemidos de éxtasis, le besó el cuello y buscó sus labios, sus lenguas se retorcieron y libraron una batalla sangrienta dentro de sus bocas, ella lo acariciaba, eran caricias de gratitud, caricias con las que quería corresponder tan inmenso placer. Una vez más él empezó a moverse, a penetrar y retroceder casi hasta la entrada para volver a embestir, cada arremetida lo acercaba más al orgasmo, se incorporó sobre sus brazos, la miró, ella tenía sus ojos abiertos, él observó como ella investigaba su rostro, como sus ojos adivinaban en la oscuridad la silueta; y no dejaba de entrar y salir de ella, empezó a aumentar el rito, todo lo que pudo, al tope, al límite, entrando y saliendo al máximo hasta que sintió las pequeñas contracciones, hasta que sintió el inicio de su orgasmo, sus brazos se vencieron y todo el cuerpo cayó sobre ella, siguió penetrándola, y cuando estaba en la cumbre del placer le mordió el hombro, el pene lanzó borbotones de semen dentro de su vagina... ella lo sintió, sintió el latir del pene, cerró sus ojos e imaginó el semen entrando hasta sus profundidades mientras le acariciaba la nuca y daba un pequeño alarido producido por el mordisco recibido. Él no se retiró al instante, permaneció dentro de ella, se acariciaron, caricias ardientes y húmedas... se besaron, sus lenguas estaban embriagadas de placer... lentamente se retiró... se sentó en el sillón al lado de ella y la acarició, le acarició el pelo, las mejillas, los labios... se incorporó del todo y subió sus pantalones... ella aún recostada acomodó su tanga, la cual estaba empapada, subió su jean y lo abotonó.

Una vez vestidos se besaron nuevamente, se tomaron de la mano y se dirigieron hacia la puerta del boliche.